Mi esposa y yo tuvimos el privilegio de visitar el viejo Fort Erie el verano pasado.

Para dar un poco de información de fondo, la región del Niágara en Canadá es rica en historia de la Guerra de 1812. Esta guerra, entre los Estados Unidos y Gran Bretaña, se libró principalmente en lo que hoy es suelo canadiense. Las razones detrás de la guerra varían, dependiendo de los libros de historia que lea, al igual que el resultado; pero ambos lados están de acuerdo: algunas de las batallas más sangrientas en el transcurso de la guerra de tres años se libraron en la región del Niágara de lo que hoy es Canadá, y la batalla más sangrienta jamás librada en suelo canadiense fue la que se libró por la posesión de Fort Erie.

Como registra la historia, los ejércitos británicos sufrieron bajas significativas en la región del Niágara. Algunas de las batallas más famosas, la Batalla de Lundy’s Lane y la Batalla de Chippawa, ambas en julio de 1814, pasarán a la historia como victorias estadounidenses. En mayo de 1813, a lo largo del río Niágara, el ataque estadounidense a Fort Erie provocó que la guarnición de tropas británicas y canadienses desmantelara el fuerte y huyera.

En diciembre de 1813, parecía que la situación había cambiado a favor de Gran Bretaña. El ejército estadounidense se vio obligado a retroceder a través del río Niágara y las tropas británicas que regresaban intentaron reconstruir Fort Erie. Sin embargo, en julio de 1814, otra fuerza estadounidense cruzó el río Niágara y recuperó el fuerte. La mayor parte del ejército estadounidense marchó entonces hacia el norte para luchar contra las principales fuerzas británicas en la zona y las fuerzas estadounidenses que quedaron en el fuerte comenzaron a expandirlo y reforzar sus defensas; y después de sus victorias en Lundy’s Lane (las actuales cataratas del Niágara) y Chippawa (a solo unas pocas millas al sur), las fuerzas estadounidenses se retiraron a Fort Erie.

En agosto de 1814, los británicos lanzaron un ataque de cuatro frentes contra el fuerte, con la esperanza de recuperarlo. La defensa estadounidense, bien preparada, los hizo retroceder, lo que provocó que los británicos perdieran más de 1000 hombres. Los británicos intentaron tomar el fuerte una vez más en septiembre del mismo año, pero nuevamente fueron rechazados.

Podría seguir contando este pedacito de historia, pero me gustaría detenerme aquí por un momento. Si usted fuera un residente de la Norteamérica británica y viera cómo los estadounidenses derrotaban a sus propios ejércitos en casi todas las batallas y cómo cada intento británico de apoderarse del fuerte terminaba en derrota… bueno, digamos que si yo hubiera estado allí, ¡me habría sentido bastante desanimado!

Pero nada de eso fue el final de la historia. En el otoño de ese mismo año, los soldados estadounidenses fueron llamados a la costa este, ya que Estados Unidos estaba siendo atacado allí por los británicos, y con el invierno acercándose, los estadounidenses destruyeron el fuerte y en noviembre de 1814 se retiraron al otro lado del río Niágara por última vez. El 24 de diciembre de 1814 se firmó el Tratado de Ghent, que puso fin a la guerra y, aunque hay algunas discusiones sobre quién “ganó” la guerra, los hechos son claros: la frontera canadiense/estadounidense en la región de los Grandes Lagos no se movió. Continuó por el medio de los Grandes Lagos y el río Niágara, como sigue haciéndolo hoy.

En la vida pasan cosas malas. Y a veces esas cosas malas siguen sucediendo, lo que nos llena de desánimo. Nos encontramos en la situación de los residentes del lado canadiense del río Niágara, que se sienten bastante deprimidos y sin esperanzas a la vista.

Todos hemos estado en esa situación. Algunos de nosotros estamos en esa situación ahora mismo y, si no es así, tendré que ser la “Debbie Downer” y decir que es inevitable que vuelva a estar allí. Pero el mensaje del Old Fort Erie es claro: ¡No se desesperen! Puede que el enemigo haya ganado algunas batallas, ¡pero Dios está a cargo de la guerra! El hecho de que no veas ninguna luz al final del túnel no significa que no la haya. Así como esos soldados estadounidenses fueron llamados repentinamente a una parte diferente de la batalla y se retiraron del suelo canadiense, abandonando el fuerte, ¡Dios tampoco ha terminado con tu situación! ¡No hasta que le haya traído algo de gloria!

Entonces, ¿qué haces cuando parece que no hay esperanza a la vista? Tú, “… deshazte de todo peso y del pecado que tan fácilmente te enreda”. Y tú “… corre con perseverancia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:1b, 2a NVI). Recuerda que Jesús sabe todo acerca de la desilusión y el desamor, sin embargo, “por el gozo puesto delante de él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que significaba, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2b NVI). Recuerde también que Dios sabe cómo sacar el bien de las malas situaciones: “Y sabemos que a quienes aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a quienes él ha llamado conforme a su propósito.” (Romanos 8:28 NVI)

¿Las cosas se ven bastante sombrías? ¡Recuerde la historia de Old Fort Erie! ¡Dios cambiará la situación!

Inspirado por Rob Chaffart
Director, Ministerio Answers2Prayer

Traducido por Pascal Lambert