De gracia recibisteis, dad de gracia.

Mateo 10:8b NVI)

Tuve una amiga y vecina que era muy anotadora. Había crecido aprendiendo: “Ni prestatarios ni prestamistas”. Cada favor o acto de bondad que le hacían tenía que ser pagado en efectivo o en especie. Una vez, cuando le cortaba el césped y olvidé avisarle que había terminado, me siguió a casa para pagarme. Me di cuenta de que vivir así, siempre teniendo que llevar la cuenta, siempre teniendo que tener las cuentas perfectamente equilibradas, le causaba mucho estrés. Pero siguió viviendo así a pesar de la miseria que esto le causaba.

Mis padres crecieron sin querer aceptar limosna, pero a pesar de su pobreza, a menudo ayudaban a los demás. Mamá y Nana preparaban comidas especiales para compartir y regalaban verduras de nuestro huerto, mientras que papá solía hacer tareas para alguien necesitado. Y cuando lo hacían, siempre veía un brillo especial en sus ojos y alegría en sus sonrisas.

Una noche, nuestra casa se incendió y se quemó por completo. Todos sobrevivimos, pero perdimos todo lo que teníamos. Estábamos devastados, sin hogar y sin esperanza. Pero al día siguiente llegó la ayuda. Toda la comunidad nos apoyó con amor. Nos trajeron comida y ropa, nos encontraron un lugar temporal donde quedarnos y ayudaron a mi papá a financiar una nueva casa. No había manera de que pudiéramos corresponder a su bondad. No había manera de que pudiéramos corresponder a su amor. Sin embargo, pronto vi que nadie esperaba que lo hiciéramos. Porque en los rostros de cada persona que nos ayudó estaban esos mismos ojos brillantes y sonrisas alegres.

Verán, cuando se trata de amor, Dios no quiere que llevemos la cuenta. Dios nos da más amor del que jamás podremos devolver. Y Dios solo pide que también compartamos nuestro amor con libertad y alegría. La verdad es que cuanto más amor compartes, más amor tienes. Cuanto más das, más recibes. No se equilibra. Simplemente sigue creciendo. Entonces, no lleves la cuenta. Solo ama.

“Pero cuando des al necesitado, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha” (Mateo 6:3 NVI).

Joseph J. Mazzella

Traducido al español por Pascal Lambert