“Yo sé que no hay nada mejor para el hombre que ser feliz y hacer el bien durante su vida. Que cada uno coma y beba, y encuentre satisfacción en todo su trabajo; éste es el don de Dios.”
(Ecl. 3:12-13 NVI)
Mis vecinos de al lado son un grupo tranquilo. Son los vecinos más pacíficos que he tenido. En 30 años viviendo aquí nunca han hecho una fiesta, ni han puesto música a todo volumen, ni han tenido una discusión desagradable. Nunca me han molestado ni me han causado un solo problema. Cuando salgo por la puerta trasera todas las mañanas para pasear a mis perros, los saludo con una sonrisa y me empapo de su serenidad y su silencio. Verá, vivo al lado de un cementerio.
Ahora bien, he hablado con mucha gente que piensa que es espeluznante vivir a 20 pies de un cementerio, pero a mí nunca me ha molestado en lo más mínimo. Siempre siento una sensación de paz cuando salgo a caminar y lo veo. A mí también me parece siempre hermoso, ya sea ver la nieve recién caída sobre las lápidas en invierno o ver el sol naciente brillar sobre ellas en verano. Mis vecinos de al lado nunca me han llenado de miedo ni de pavor. En cambio, siempre me han servido como recordatorio de que un día mi cuerpo también se desgastará y se rendirá a la tumba. Sin embargo, mi alma seguirá adelante hacia la vida más grandiosa que está por venir, una vida llena de alegría, amor y luz sin fin.
Mis vecinos de al lado también me recuerdan cada mañana cuando los veo que cada día de esta vida es precioso. Ni uno solo debe desperdiciarse. Todos deben vivirse de manera plena, completa y maravillosa. Todos deben vivirse con amor a Dios, a nosotros mismos y a los demás. Deben estar llenos de bondad para todos los que conocemos. Deben estar rebosantes de gratitud hacia Dios y de generosidad hacia los demás. Deben ser un glorioso compartir de alegría entre todos nosotros.
Espero que un día veamos a todo este mundo como nuestro prójimo y que pasemos cada día compartiendo nuestro amor con ellos. Espero que veamos cada día aquí como algo precioso y lo vivamos como tal. Y espero que nunca temamos a la tumba, sino que miremos hacia la vida mejor que está por venir.
Joseph J. Mazzella
Traducido por Pascal Lambert